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lunes, 23 de abril de 2018

“Lo que pensaba Rocinante”

"LO QUE PENSABA ROCINANTE"



- ¡Ay… vaya suerte la que me ha tocado en esta vida!, hubiera deseado haber sido un pájaro que volase por los vientos tranquilo y sin miedos, o quizás un gato juguetón que fuese mimado por una bella doncella o incluso hasta un cerdo que contento, gozara en el barrial de su puerquera; ¡pero no! Me ha figurado ser un caballo domesticado, cabalgado por un caballero colgado, cuyo coco le juega malas pasadas…

Y ahí están de nuevo… él y su fiel escudero, que no cansa de repetirle lo desfasado que está de la realidad; pero el pobre viejo se niega a entender... más empanado que alguien que se coloca con hongos del campo.  Así es... mi estimado amigo asno… deberéis acogerte a la mala suerte de andar entre las ridículas batallas de un viejo caducado y un gordo encarretado, que se niega por bondad, a abandonar a este vejestorio.

No imagino lo que pensará la bella Dulcinea desde sus aposentos, al saber que este chiflado viejo lo hace todo por ella…¡vaya locura del amor!

Bien, aquí vamos de nuevo, rumbo a aquellos molinos de viento, cuya magnífica presencia tanto asusta a este anciano decrépito, debo llevarle hasta ellos, y arriesgar mi pellejo tan solo por estar bajo su incurable presencia; pero no te asustes amigo asno, estos ya son rituales de cada semana y con el tiempo te acostumbras a ellos.

Avanzó Rocinante en un trote singular, para simular obedecer enérgicamente a su amo y casi llegando a su objetivo, no repuso en gritar:

-¡Señor… pero no podemos seguir más allá porque… (un golpe en seco, le retumbó la cabeza)

Minutos más tarde, mientras recuperaba el sentido, vió a su lado a Sancho, socorriendo a Don Quijote y el asno con mirada de susto y compasión le miraba fijamente

  • Ves asno… ya te decía como cada loco tiene su cuento… el viejo, loco de amor por Dulcinea, ataca sin cordura a los gigantes molinos; Sancho, sin otra motivación para hacer algo de sí, debe resignarse a ser la sombra de su Quijote; y tu y yo amigo mío, atorados en la confusa idea de ser unos pobres enjalmados que pasan desapercibidos en esta loca historia sin sentido.


"Monologo inspirado en un aparte de El Quijote de la Mancha"  ( un tercer punto de vista)


Juan Pablo D.


miércoles, 9 de agosto de 2017

A PAPÁ Y A MAMÁ (Bodas de oro)



50 años de Aniversario, de un amor lleno de bendiciones...


A PAPÁ Y A MAMÁ



Provenientes de mundos distintos
dos seres de noble corazón
llegarían a conocerse por destino,
compartiendo una historia de amor.


Un joven de humildes raíces
que viajara con su madre a la capital
procedente de campesinos orígenes,
conserva la herencia de sabiduría ancestral.
La joven nacida en la ciudad
de rostro terso y lisos cabellos,
combina con su belleza, la fuerza,
de un mundo que pone a prueba sus sueños


El y ella no se conocen aún;
no tienen idea de lo que les depara su vida,
a la vista no parecen tener nada en común;
pero los Universos cómplices se alinean.
Él ha llegado de cumplir su deber patriótico.
ella desea salir de casa y ser querida;
ambos desean buscar en este mundo caótico
algo que les dé sentido a su vida.


Sus caminos se han cruzado
un dia cualquiera en que el mundo decidía girar;
ellos se encontraron y se han mirado
sin que su futuro, llegaran a imaginar
Tras haber luchado contra viento y marea,
el joven conquistó su corazón,
se hicieron amantes un día de primavera...
se hicieron uno, más allá de la razón.


Unidos por condición humana
bajo el celeste adornado de estrellas,
sus vidas se han juntado
para compartir noches y mañanas bellas.
Aquel nido de cariño profundo,
se ha convertido en cuna de pasión
y ahora traerán al mundo
los frutos de su consumado amor.


La primogénita, de humilde y dulce corazón
llegó para alegrar el iniciado hogar;
la segunda niña, de fuerte carácter y razón,
tan solo un año más,  se hizo esperar.
Diez años más han cultivado
para que llegara a sus vidas
el tercer retoño añorado,
un niño de letras, sueños y fantasías.


Año tras año, hombro a hombro
a construir su hogar, se han dispuesto;
los hijos continúan creciendo
y el amor permanece, siempre como centro.
Dejando al mundo como legado,
una grandeza digna de admirar,
la satisfacción del deber afrontado,
con dedicación, paciencia y honestidad.


Miles de batallas han debido enfrentar...
Algunas con dolor se pierden,
otras con honor se han de ganar,
pero de todas, sabiamente se aprende.
Sorteando de la vida sus dificultades,
han de salir adelante paso a paso;
han conquistado indomables avatares,
sabiendo aprovechar el sol y también el ocaso.


Sin contar con la fortuna
que les iba proveyendo el Multiverso
se pueden ir contando una por una
las bendiciones de un destino inmenso
en el que llegaría con su luz
un nuevo ser de gran inocencia
para complementar esta hermosa familia
con su maravillosa y femenil presencia.


Rodeados siempre de la madre naturaleza
y de la compañía de tiernos e instintivos seres,
se han visto inmersos en la belleza
de una vida de tranquilidad y sutiles placeres,
donde más allá de los deseos superfluos,
de la vanidad y el goce terreno;
se consigue vislumbrar el recorrido
de un camino pacífico, excelso y sereno


Cincuenta años ya han pasado
y somos hoy testigos de una gran realidad
dos seres de inmensa grandeza y corazón delicado
una importante lección nos han de dejar...
“El amor humano se construye con esfuerzo y perseverancia,
trasciende las barreras de una simple atracción,
involucra paciencia, humildad, ternura en abundancia,
siendo necesario mediar la inteligencia, el humor y la pasión”


Ahora y para siempre, sabremos quienes le conocemos
que esta bella historia no fue de otro mundo,
a estos lindos viejos, justo aquí hoy los tenemos
para demostrarles por la eternidad, nuestro cariño tan profundo...

@NathairPoesiaExpress

 

(Poesia en video)

 



(Video recopilación imagenes 50 años de matrimonio)


 

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jueves, 20 de julio de 2017

REVOLUCIÓN CONSTRUCTIVA

REVOLUCIÓN CONSTRUCTIVA

(PARA LOGRAR UNA INDEPENDENCIA REAL)

Hace 207 años, en un día como estos, pero que imagino en blanco y negro, tras sucesos ocurridos en la reyerta del 20 de julio, con la excusa de un simple florero y la guerra de poderes por la libertad de la conquista española, se dejan marcados en las letras de textos que hemos tenido como material de estudio, una dramática historia de nuestro pueblo colombiano, que narra la contribución de la cultura indígena, el cruce de indios, negros y blancos, las rebeliones de los comuneros, las luchas de Nariño, Bolívar y Santander en busca de creación de la república, los eternos choques entre conservadores y liberales, el progreso económico, las ocupaciones de los territorios, la evolución de la cultura, y todo aquello que llevó hacia el camino de una “patria boba” degenerada en la guerra entre centralistas y federalistas, dividiendo en ambos bandos su forma de gobierno y dejando abierta la amenaza externa de la reconquista española, tan solo 6 años después de tan recordada reyerta del Florero de Llorente.

Al llegar a los años recientes, nos encontramos con los esfuerzos por superar la violencia y el atraso, los constantes perjurios acontecidos contra un pueblo que se niega a morir en el camino y en general, toda una serie de sucesos que vienen a marcarnos como personas que sufren y sienten una patria, que lejos de ser boba, es más bien una patria dormida, acosada por la ignorancia y la falta de voluntad; una patria que aún vive y respira, y que puede retomar un camino que apunte hacia la libertad y la concientización de los intereses, que en común podremos sacar adelante solamente mediante la solidaridad, el compromiso y el cambio de cultura guiado por una educación más asertiva.

Nuestro país, nuestros departamentos, nuestros municipios, nuestro pueblo, nuestra gente,lo que somos, merecemos una patria que nos permita desarrollarnos como personas, libres, seguros, renovados, vivos, comprometidos con nosotros mismos, con nuestros ancestros y las generaciones venideras; con nuestros ancianos y nuestros niños, con nuestros padres y nuestros jóvenes, con la historia que queda por construir en los próximos años, una historia que merece ser escrita no con sangre de opresión, de guerra y de muerte, sino con tinta de educación, cultura y renovacion; no con la mano de conquistadores, opresores y dictadores, sino de la mano del campesino, del obrero, del estudiante, de tu mano, y mi mano, que juntas, se apoyen mutuamente y transformen ideas en acciones; unas manos que unidas despierten y conviertan los sueños en realidad, las manos de quienes se esmeran por hacer parte de una revolución constructiva desde el apoyo a la buena educación, desde la formación y la concientización de un mundo mejor, una revolución protagonizada por una generación renovada, comprometida y con una visión de libertad.

martes, 13 de junio de 2017

UN ENCUENTRO INESPERADO


Aproximadamente una hora después de haber terminado consulta con un paciente, en cuya planeación terapéutica le había mencionado realizar una sesión en la que hablaríamos de su infancia para buscar reparar aquellas heridas emocionales que han podido causarle dificultades en su vida presente,  me encontraba aún terminando de completar el informe de los avances del día, cuando de repente la luz en la oficina, comenzó a titilar de forma irregular, dirigí mi mirada hacia la bombilla y ví cómo se iba desvaneciendo la energía, hasta quedar, ciertas partes negras y rojas en su interior, creí que simplemente tenía que cambiarla porque había alcanzado el límite de su vida útil, así que me levanté y fui a presionar el interruptor para apagarla y prender la del lado; sin embargo, esa tampoco funcionó. Probé con las luces del baño y la de la cocina, hice lo mismo con la de la habitación; pero tampoco funcionaron, de modo que caí en cuenta que era una circunstancia ocasionada por un fallo eléctrico.

Mi oficina la tengo ubicada y acondicionada en el apartamento donde actualmente resido. Eran aproximadamente las 6 de la tarde, así que decidí salir a dar una vuelta para despejar la mente y darle tiempo al fallo eléctrico para que se restableciera, y a mi regreso, poder seguir trabajando. Caminé por algunas calles conocidas cercanas al barrio, hasta que me dió hambre y opté por comprar algo para llevar a casa. Caminé de vuelta y todo estaba absolutamente normal. Llegué a mi apartamento, acomodé las cosas para ponerme a cenar y revisé si el fluido eléctrico se encontraba normal; pero no era así. Busqué una vela, la acomodé en un candelabro que conservo como decoración, y me dispuse a cenar tranquilamente bajo la tenue luz. Comí satisfactoriamente, y al terminar de cenar, realicé nuevamente la prueba y esta vez, ya la luz estaba funcionando.

Desde mi móvil puse algo de música, levanté y ordené lo que correspondía a la cena y cuando me disponía a encender nuevamente la computadora para seguir trabajando, luego de haber apagado la vela… justo en ese instante, la bombilla comenzó a titilar y su energía se fue desvaneciendo hasta quedar completamente todo a oscuras.

Sin más opciones, decidí revisar el móvil, aún tenia carga, así que me entretuve con uno de los juegos que mi niña había descargado meses atrás y que hace rato no usaba. Por fortuna ese no lo eliminé, porque me sirvió para distraerme durante una media hora; pero al cabo de ese tiempo, otra vez, tuve la necesidad de hacer algo diferente. Como es costumbre, nuevamente probé con todos los interruptores del apartamento, algunas de las bombillas daban un rastro de luz, pero muy tenue, otras, completamente cegadas.

Me quedé por algunos minutos sentado en la mesa del comedor observando profundamente el movimiento de la llama en la vela, lentamente ondeaba y me atrajo su fluidez. Estaba absorto en su movimiento, hasta que un ruido me sacó de mi ensimismamiento, era proveniente de fuera, escuché que alguien habría la puerta de entrada al edificio y me detuve en medio de la penumbra de la noche a detallar sus pasos mientras subía por las escaleras, justo hasta el tercer piso. Lo extraño del asunto es que curiosamente la luz del pasillo se encendió, así que pensé que ya estaba resuelto el inconveniente de la energía eléctrica, me levanté de mi silla y confiado en que la bombilla encendiera, presioné el interruptor, sin observar ningún cambio a mi alrededor. Probé con los tacos eléctricos; pero todo seguía completamente igual.

Ya eran en el reloj, aproximadamente las 8: 30 p.m. Resignado me recosté en la cama, y me puse a recordar algunas letras de poemas y de canciones, mientras las grababa con el móvil. Continué así casi hasta las 9:00 p.m. Fue en ese justo momento en que decidí correr las cortinas y ver algo del mundo desde la ventana de mi habitación, respiré profundo y me recosté nuevamente en la cama, esta vez, cubriéndome con las cobijas. Reflexioné sobre muchas cosas del momento y sobre la tranquilidad que forzosamente la vida me estaba proporcionando en ese instante, pensé que todo tendría un sentido lógico de ser y que no debía oponerme a ello. Así que me relajé, agradecí el momento al Universo y sonreí.

Así fue, estaba allí recostado en la cama, viendo fuera de mi ventana, con una sonrisa en el rostro y disfrutando aquel momento de silencio, soledad y paz que me ofrecía la noche. Pensé que en estos tiempos de tanto caos, velocidad, angustia, estrés y desconección del mundo real, a veces era necesario tener ese íntimo contacto consigo mismo, así sea a la fuerza. Agradecí de nuevo y esta vez más consciente de la oportunidad del momento, medité hacia lo profundo de mi ser.

Como es evidente, no supe en qué momento, caí profundamente dormido. Algo me despertó y tuve la necesidad de ir al baño; entredormido, caminé y de forma automática puse mi mano sobre el interruptor y encendió la luz; sin embargo, solo advertí su presencia cuando iba de regreso a la cama y la había apagado. Me recosté nuevamente y totalmente dispuesto a seguir descansando, me arropé y me volteé, reconciliando el sueño…


Al parecer, al poco tiempo de haberme dormido, creí escuchar unos extraños ruidos provenientes de fuera de la habitación, quise hacer un esfuerzo por mantener el sueño; pero el ruido era insistente. Mas dormido que despierto, me incorporé de la cama y me dirigí a la puerta; al abrirla, vi una tenue luz proveniente de lado de la sala, debo confesar que estaba asustado. Me asomé sigilosamente y vi como titilaba la bombilla, mientras hacía un ruido parecido a un extraño zumbido que retumbaba en medio del vacío de la sala; como pude extendí la mano y presioné el interruptor. Todo quedó en silencio y en penumbra. Recuperé la tranquilidad y el sueño se había esfumado. Regresé a la cama y me arropé, disponiéndome por completo a volver a dormir; pero no podía conciliar el sueño, así que miré la hora en el móvil, eran justamente las 2:34 a.m. Volví a meterme entre las cobijas obligándome a buscar el sueño y me acomodé boca abajo, con los brazos rodeando la almohada. Poco a poco sentí que me iba quedando dormido, con breves interrupciones por sobresaltos inesperados que de repente me dejaban semidespierto, en un punto que me era totalmente imposible distinguir el sueño y la realidad.

Me giré sobre mi cuerpo hacia el lado izquierdo para quedar boca arriba; pero en ese instante sentí que la cama me absorbía y empecé a caer, intenté abrir los ojos, pero todo estaba oscuro y no me era posible reconocer nada a mi alrededor. Así de golpe, sentí que tocaba fondo y me encontré sentado en la cama mirando hacia el frente. No parecía conocer nada, no sabía donde me encontraba, luego comencé a reconocer mi habitación, los muebles, mi cama, la mesa de noche, la cortina. La oscuridad se empezó a disolver;  sin embargo al lado izquierdo de la cama, había algo inusual. Desde ahí mismo, estiré el brazo y toque el interruptor para encender la luz. Es difícil de explicar; pero no tuve miedo en ese momento, vi a un niño sentado en el piso, jugando, entretenido. Me fui moviendo lentamente en la cama, hacia la orilla, como intentando no hacer ruido para que no advirtiera mi presencia; pero levantó su cara me miró y dijo: ¡hola!.

Abrí mis ojos sorprendido y dije: hola… ¿quien eres…?
El niño sonrió y yo igual. Se levantó del piso y se subió a la cama junto a mí, en su mano tenía un pequeño carro de juguete y comenzó a hacer un ruido extraño con la boca:
Rummmmmmmm, Rummmmmmmm, Rummmmmmmm, mientras movía el carro por encima de la cobija simulando que saltaba y caía, para seguir andando. Luego se volteaba a verme y sonreía aun más, como si me conociera, como si tuviera confianza en mi.

Por un corto instante de tiempo que parece haber durado horas enteras, nos miramos fijamente a los ojos, hubo una extraña conexión, algo que invade el cuerpo y lo recorre como los nervios mismos; pero que no causa molestia o temor, una sensación de complicidad y de regocijo revuelto con algo de nostalgia; como cuando ves de nuevo a alguien, luego de vidas enteras de no verle o sentirle. Ya para este momento no quería distinguir si era sueño o real lo que experimentaba, simplemente tenía la necesidad de saber qué era aquello que vivía.

Allí mismo, sentados encima de la cama frente a frente, comenzamos a charlar, pregunté por él, por su familia, por sus miedos y sus fantasías, le hablé de las mías. Hablamos de su vida y de la mía, y coincidimos en la misma teoría, parecía imposible no haberlo reconocido antes; ese niño y yo, éramos uno solo. En serio, parecía un sueño, pero todo era tan normal, tan familiar y parecía tan real, que me negaba a dudar de su presencia. Quería que la noche no acabara, quería que tuviéramos todo el tiempo para hablar de tantas cosas que no sabrías cómo decírtelas a ti mismo. Tenía que planear con él toda una vida, decirle donde estar y donde no, advertirle cuando actuar y cuando no, evitarle ciertos sucesos y pedirle que interviniera en otros, tenía que decirle como fuera, que no cometiera los mismos errores y que tomará mejores decisiones. Pero supe que no me alcanzaría la vida misma para reponer lo que le trasciende a ella.

Pensativo, me levanté y fui a la cocina, el chico me seguía mientras hablaba de una cosa y la otra, muchas sin sentido aparente, muchas que yo ya ni recordaba, preparé una bebida caliente y saqué una galletas para compartirlas, volvimos a la habitación y nos subimos a la cama. Yo estaba pensando más claro al respecto de este encuentro. Le conté muchas historias, cosas que habían pasado en mi vida y muchas de ellas incluso ni las creía, le hablé de los triunfos y las derrotas que se me habían presentado, le hablé de las pérdidas y de los aprendizajes y no olvidé mencionarle cada momento en que viví un estado intenso de felicidad; recordé tantas, que ahora quien no creía en todo ello era yo mismo. Caímos en cuenta juntos, que las cosas que tanto él como yo habíamos vivido, eran inmensamente significantes para obtener lo que había logrado y para aprender a valorar lo que tengo en este instante y lo que ya no tengo. Fue como un despertar, en donde removiendo todos aquellos recuerdos, sentimientos, pensamientos y sensaciones, valoras más lo que eres y pierdes el temor a verte de frente de principio a fin.

Empezaba a amanecer. Lo abracé con fuerza y él se agarró a mi, como temiendo perdernos el uno al otro, ambos lloramos en ese instante, no fue de dolor, ni de tristeza; fue una inmensa tranquilidad, una indistinguible alegría y un gran amor el que sentimos en ese instante, fue una fuerza interior que movió nuestras fibras y nos conmovió hasta permitir que las lágrimas brotaran, para limpiar aquellos rencores del pasado y permitir que la luz interior se hiciera presente, para saber el poder que hay en el interior que compartimos él y yo.  Le dije que ya no habría nada que temer, que las deudas del pasado habían quedado saldadas y que ahora gracias a ese encuentro, a sus palabras y a su mirada comprensiva, sabía que no había obstáculo alguno que nos detuviera, seguiríamos adelante y estaríamos uno en el otro, siempre, dándonos la fuerza necesaria para volver a ese encuentro inesperado que nos trajo la verdad de nuestro ser; aún sin saber distinguir el sueño de la realidad.

Nos recostamos en la cama, nos miramos nuevamente con los ojos aun empapados de felicidad  y allí quedamos dormidos…

Al despertar, abrí los ojos y sentí un vacío, tenía mi mano extendida como si intentara alcanzar algo hacia el lado izquierdo de mi cama. Volvieron a mí, todos los recuerdos de esa noche, me levanté de un brinco y miré todo alrededor, la luz de la habitación estaba encendida, la cortina entreabierta. Salí a la sala, todo estaba normal, me dirigí al baño y al verme al espejo encontré de nuevo su mirada, justo allí en mis ojos; ya no vi dolor, solo encontré la pasividad de una dulce mirada con la sensación de fuerza y creatividad que habita en la niñez, aquella que me mira desde entonces para recordarme la energía vital de mi interior, para recordarme, que me tengo a mí mismo donde quiera que esté.



Ps. Juan Pablo D.

sábado, 13 de mayo de 2017

LOTOS EN EL FANGO


LOTOS EN EL FANGO

(Fábula Budista)




En un habitual y común estanque, donde entre su espeso fango logran surgir los bellos lotos que dejan ver su esplendor sobre la superficie, uno de ellos se aprecia sobresaliente de los demás. Intrigados al verlo, los lotos que le rodean le preguntan:


-¿Y tu quien eres?


El loto llamativo, por sus grandes hojas que le soportan, ataviado de color verde azulado, orgulloso de su estilo y refugiado en su dominio personal, se muestra condescendiente y atento a las palabras que le llegan, respondiendo:


- Yo soy Jiki. Vengo de lo más profundo de este estanque, la luz del sol me ha llamado desde lejos para ofrecerme con su energía, la fuerza que necesito para ser quien soy y mostrar mi belleza al mundo; he pasado por infinitas aventuras y he venido recopilando conocimientos de todas estas vastas experiencias. Me han sido encargadas grandes tareas en la travesía que he tenido desde el fondo, hasta llegar a la superficie, donde he de quedarme para instruir a otros.


Los demás lotos, admirados por su gran capacidad de demostrar los conocimientos que le fueron dados, se dejaron llevar por su encanto, para intentar descubrir la magia que envuelve aquel estancado fango.


7 largos años transcurrieron, en que los lotos le fueron conociendo y de él fueron absorbiendo conocimiento. Jiki, se sentía cada vez más sabio, tenía la intención de compartir conocimientos a todos los lotos del estanque. Algunos lotos a su paso, se fueron alejando y otros se fueron quedando, hasta convertirse en sus amigos.


En apariencia, Jiki tenía un camino trazado, parecía que sabía lo que hacía. Su hojas verde-azuladas cada vez se hicieron más grandes y notorias. Los encantadores tonos de sus pétalos, curiosamente fueron variando a rosa, azul, amarillo, hasta llegar a tener muchos colores juntos.


La vanagloria de este loto tan llamativo era cada vez mayor, se erguía entre los demás lotos, para distinguirse del medio. Tenía la necesidad de sentirse admirado, halagado, enaltecido; era tanta su ansia de sobresalir, que con frecuencia y aun sin darse cuenta de sí mismo, llegaba a humillar con palabras y gestos a los demás, considerándolos inferiores a èl.


Pudo ser luz para muchos, gracias a la experiencia que la vida le otorgó, sin embargo, con su mismo actuar una nube gris proveniente de su propio interior, le iba rodeando, oscureciendo su esencia luminosa y colorida, se dejó llevar por el egoísmo, la codicia, el orgullo y la envidia, hasta tal punto que sus bellas hojas se fueron marchitando y sus vivos colores se fueron opacando; su resplandor palideció y se fue hundiendo en el mismo fango de donde tanto luchó por sobresalir.


Enceguecido por sus propios humores, creyó que todos a su alrededor le traicionaban, juzgó con desdén a sus iguales y aquella amistad fue degollada, tan fuertemente como creía estar construida. Dolor y sufrimiento fueron cultivados en una extraña combinación de conocimiento y presunción. Su recuerdo fue conservado en la superficie del lodo entre todos aquellos que su cariño le ofrecieron, sin embargo la soberbia fue protagonista en medio de las buenas intenciones de su naturaleza, hasta figurar en el olvido de sí mismo.



Su historia nos deja una gran enseñanza…


“No se trata de cuánto sabes, cuanto demuestras o cuanto controlas; se trata de todo aquello que puedes hacer con actos de humildad en tu alrededor, para el bien común.”